Emancipación


Aunque haya quienes lo pongan en duda, la humanidad y el mundo han evolucionado y lo seguirán haciendo. El cambio es una constante y aquellos que no sean capaces de fluir dócilmente con él, sufrirán por la simple resistencia. 

La actitud necia de resistirse al cambio provoca un estado en que la persona sufre por su causa, pero la misma necedad de querer seguir insistiendo en forjar las cosas por sus ideas fundamentadas en el miedo al cambio, le hace percibir que su malestar se debe al entorno, a las circunstancias, a gobiernos, a elites de poderosos, etc.. 

Todas las creencias que se generan para justificar el malvivir, dotan de poder a esos fantasmas que subyugan al sufriente. 

De alguna manera está consensuada la idea de que existe ese poder en aquellos que causan padecimiento, que al no ser cuestionada se vuelve una "realidad" generalizada. 

Es tanta la fe depositada en que alguien más me prohíbe ser libre o feliz, que no parece quedar espacio para algo diferente. 

La desconfianza no es un método preventivo sano.



Es común de ver que se promueva a la desconfianza como una forma de estar prevenido, pero en la práctica no resulta efectivo ni mucho menos. 

El ser desconfiado suele ser una característica más personal que una práctica inteligente. La persona desconfiada tiende a ser insegura de sí misma y no muy verás, por tanto cree, por propia proyección, que quienes le rodean comparten su “naturaleza” y desconfía. 

Lo habitual es que hasta el mismo desconfiado crónico se relaje a veces y confíe en las cosas más insólitas pero que van con su creencia, y por un raro fenómeno, terminan siendo engañados y/o traicionados. Porque si hay algo que es una constante en estas personalidades es que desconfíen de lo equivocado y confían también equivocadamente. 

Meritocracia vs la posibilidad de dar.




Meritocracia se le llama comúnmente al acto de hacer algo para merecer algo a cambio, comparable con lo que ocurre con un animal doméstico que hace la prueba para ser compensado.

Hay ramas del pensamiento colectivo-social que incorporaron la meritocracia como una práctica justa y valorable. Considerando erradamente que el mérito le da valor a la persona.

Pero no hay que confundir la meritocracia con la posibilidad de dar.

Hay un dilema social muy importante que nace de perspectivas o ideas erradas sobre el merecer algo y el sentirse bien de brindar algo.

¿Atributos propios o defectos ajenos?.




Como característica principal de la educación social y la hipocresía que ésta acompaña, está la de disimular lo que se siente y piensa cuando no es algo bien visto o muy por el contrario, expresar estas ideas con vehemencia castigando críticamente aquello que se juzga contrario a las propias ideas.

No importa cuál de estas manifestaciones sea la que atañe a la persona, ambas son igual de falaces. La diplomática o la vehemente.

El sólo hecho de que la persona experimente sentimientos de pavor por la condición que juzga en otros, es la señal de la ausencia de amor propio.

Una persona sin amor propio, sin auto aceptación, sin conocimiento y valoración de su aptitud y su inaptitud, de sus destrezas y sus falencias, se convierte en una entidad vacía de valor, que comienza a experimentar sus propias destrezas como defectos ajenos.

Compasión


Si hay una capacidad que nos vuelve humanos y transformadores de situaciones de malestar en momentos de estados profundos de empatía y entendimiento, esa es la compasión, que nada tiene que ver con la lástima o la tolerancia.

La persona más contemplativa que racional tiene grandes posibilidades de desarrollar la compasión, y con ésta, lograr el bienestar para sí y, naturalmente, para aquel foco de ésta. Aunque el ser compasivo no discrimina entre uno mismo y los demás. 

Es un estado en el cual la misantropía no tiene lugar, no es posible la envidia ni el resentimiento, sentires tan nocivos para cualquier ser, deponen su poder ante la compasión y el orgullo pierde totalmente su sentido.

Ataraxia



Alguien dijo alguna vez: “Las circunstancias no importan, el estado de ser importa”. Y hay un estado que podría considerarse el más extraño, saludable y enriquecedor de los estados. Ataraxia: es algo así como un estado de paz y equilibrio, lo que algunos llaman “estar en el centro”.

Como humanos desdeosos de experimentar, conocer y reconocer, nos embarcamos en vivencias y experiencias que no siempre resultan satisfactorias al propio juicio, pero que enriquecen de alguna manera la vida y moldean la realidad del presente, es decir, de la percepción de cada momento.

En el simple vivir, los pensamientos son una constante, al igual que las emociones que suelen llevar el estado de ser de un extremo a otro: de la euforia al desgano, de la rabia al buen ánimo, de la tranquilidad al caos, por mencionar unos pocos.

El estado del centro o ataraxia es justamente la capacidad de no dejarse arrastrar por el movimiento constante hacia los extremos, una capacidad que, como cualquier otra, se desarrolla voluntaria y conscientemente.

Demencia Temporal.


Diagnóstico
Si ves la posibilidad de que alguien se beneficie a costa del perjuicio de alguien más, es que estás sufriendo de demencia temporal

Causa:
Haber nacido en una sociedad con demencia temporal que en su locura no puede no transmitir enseñanzas, valores e ideas dementes.

Síntomas:
Esta patología social se manifiesta en sentidos opuestos pero que comparten una misma idea. Sólo aquel bajo el influjo de esta creencia puede pretender el castigo de quien perjudica por considerarle beneficiado en esta práctica, así como aquel que creyó a sus predescesores e instructores dementes que su beneficio estaría en arrebatar a otros su bienestar de alguna manera.

Un ejército de liberación ideal.


Un título bélico apropiado para una época en que la estupidez de unos pocos afecta demasiado a muchos.

Cuando aquellos inmaduros incapaces de darse cuenta de que lo son y son casualmente los que ejercen jerarquías de poder en gobiernos o en instituciones oficiales y no tan oficiales, el mundo parece volverse conflictivo.

Pero esto se debe a que son líderes de la vieja escuela, corrompidos en sus fueros más íntimos. Ni siquiera necesita de haber un complot u organización detrás de estos personajes que aún promueven ignorantemente la guerra cómo método de “paz” o “libertad”.

Lo cierto es que esta idea tan precaria no es solamente en las altas esferas, sino que en la vida cotidiana se vive una guerra constante de unos que quieren controlar y reglar a otros, siendo ésta la manera más contraproducente y contraria del bienestar, pero con gran popularidad.

La sobrevaloración más insólita.



Alguien le hizo este planteo a Jacque Fresco:

¿Por qué usted, siendo tan inteligente, no es millonario?.”

Y él respondió:
¿Por qué usted, siendo millonario, no es inteligente?”.

Es conocido que las personas somos heterogéneas de cierta manera, tenemos habilidades y gustos diferentes. Podemos compartir unos y otros alguna característica o no, pero esa variedad no necesariamente significa que unos sean superiores o más valiosos que otros.

Pero es notorio que hay una habilidad particular que tienen algunos y que está algo sobrevaluada, al punto de creer que esa habilidad es un don y una virtud, algo que destaca a la persona grandemente, poniéndola por sobre los demás, como una especie de gurú del éxito.

Esa habilidad particular es la de hacer dinero, es decir, la de generar riqueza monetaria y con ésta ubicarse a sí mismo en una posición de comandante de aquellos que están a su servicio por el dinero que éste les otorga.

Lo más extraño de todo esto es que muchos creen que para tener esta habilidad hay que ser inteligente o en su defecto astuto y no necesariamente es así.

Ciencia y religión. Una integración indispensable.



Con la consciencia de lo que los términos absolutos pueden significar se expresa:

La religión es siempre interior y nunca puede tomar forma de organización. No responde al juicio moral  sino a la inteligencia inherente a todos nosotros.

En este sentido, se puede aseverar que la religión no sólo es perfectamente integrable a las disciplinas de conocimiento sino que es absolutamente necesaria.

La religión es personal, es el deseo más profundo y sincero de reunión armónica universal. Y sólo en estos términos la acepción de la palabra puede ser aceptada. Religar, reunir.

La religión organizada no es religión, es dogma, secta, política o alguna otra cosa relativa a un adoctrinamiento moral básico que nada tiene que ver con la inteligencia.

Salir de la zona de "confort”.




Entendiendo como confort el bienestar brindado, básicamente, por una condición material, se presenta el siguiente escrito:

La frase que titula este artículo suele usarse como consejo para quienes, por estar beneficiados por la situación de confort, no toman riesgos, no ayudan a otros o no se aventuran en experiencias nuevas.

Un consejo que se torna un poco ambiguo cuando se analiza fríamente.

Si la zona de confort fuera tal, digamos, fuera un real bienestar, sinceramente no le encuentro la razón de salir de ésta. ¿Quién le aconsejaría a alguien que se alejase de su bienestar verdadero una vez conseguido?, ¿qué bien le haría a ese alguien o a alguien más?.

Aquí es donde llegamos a la conclusión de que el confort no necesariamente significa bienestar, al menos no eterno o permanente. Puede, a lo sumo, significar una tranquilidad pasajera de no tener que preocuparse por cuestiones materiales, pero, al parecer, las personas somos algo más complejas que eso.