Alguien
le hizo este planteo a Jacque Fresco:
“¿Por qué usted, siendo tan inteligente, no es millonario?.”
Y
él respondió:
“¿Por qué usted, siendo millonario, no es inteligente?”.
Es
conocido que las personas somos heterogéneas de cierta manera,
tenemos habilidades y gustos diferentes. Podemos compartir unos y
otros alguna característica o no, pero esa variedad no
necesariamente significa que unos sean superiores o más valiosos que otros.
Pero
es notorio que hay una habilidad particular que tienen algunos y que
está algo sobrevaluada, al punto de creer que esa habilidad es un
don y una virtud, algo que destaca a la persona grandemente,
poniéndola por sobre los demás, como una especie de gurú del
éxito.
Esa
habilidad particular es la de hacer dinero, es decir, la de generar
riqueza monetaria y con ésta ubicarse a sí mismo en una posición
de comandante de aquellos que están a su servicio por el dinero que
éste les otorga.
Lo
más extraño de todo esto es que muchos creen que para tener esta
habilidad hay que ser inteligente o en su defecto astuto y no
necesariamente es así.
George W.Bush jr. intentando mirar con los binoculares con las tapas puestas. |
Si
alguna vez se hiciera un test de inteligencia o se evaluara la
capacidad inteligente de estas personas, de seguro habría algunas
sorpresas.
De
hecho muchos de ellos lo reconocen, como es el caso de Bill Gates,
uno de los magnates más conocidos de esta época, quien habría dicho
algo como:
“Yo
fallé en algunos exámenes pero mi compañero pasó todo. Ahora él
es un ingeniero de Microsoft y yo soy el dueño”.
Sin
mencionar la partida de ajedrez que perdió en 79 segundos con Magnus
Carlsen.
Pero
Bill Gates, parece tener mayor inteligencia, porque en definitiva es
el que ostenta el poder que le da el dinero.
Y
a la inversa, podrían citarse a Marie y Pierre Curie o Nikola Tesla,
como tantos otros científicos y/o mentes extraordinarias, que
vivieron gran parte de su vida en la pobreza económica y sus
desventajas, pero que le dieron al mundo el conocimiento y tuvieron
esa gran satisfacción, aunque poco valuada.
No
sé está tratando de estigmatizar a aquellos con la habilidad de
hacer negocios y riqueza, sólo se está diciendo que es una
habilidad como cualquier otra, que no les hace más inteligentes ni
más importantes, pero en la práctica, en sociedades precarias de
entendimiento, estas personas se vuelven poderosas y/o importantes,
capaces de decidir por el destino y la vida de otros, por tener la
habilidad más insensatamente
sobrevalorada.
Si
se prestara un poco de atención se reconocería que la persona que sólo sabe generar
riqueza depende de otros más que cualquiera, ya que no sabría como
vivir sin el servicio y los bienes que otros le dan a cambio de su
dinero, el cual no valdría nada si por un momento las personas se
negaran a servirle. Se convertiría en pocos segundos en el ser más vulnerable y triste del mundo, por el simple hecho que toda su
creatividad está puesta en lo más burdo y sin valor que puede
existir: El dinero, que no es otra cosa que papel de color, en el
mejor de los casos, cuyo valor es esfímero y variable, porque depende netamente de la percepción y
de aquello que se está dispuesto a dar a cambio.
¿Cómo
una raza inteligente pudo llegar a un estado de mediocridad tal?.
Sería
muy interesante que las personas comiencen a cuestionarse estas raras
jerarquías desparramadas por el mundo y se ponga a cada quien en el
lugar que más habilidad tenga, sin una importancia mayor, sin
sobrevalorar ni denigrar a nadie en particular, sino simplemente
aprender a interactuar unos con otros desde el lugar que más le
satisface y alienta a crecer.
Aquellos
que son hábiles con el dinero, deben estar en esos ambientes donde
puedan generar dinero, que tengan la responsabilidad y la autoridad
para hacerlo, incluso en nombre de otros que quieren y necesitan
estar ocupándose de su propia habilidad, pero de ninguna manera
quienes dispongan de dinero tendrán ningún poder sobre la voluntad
de otros, sino muy por el contrario, serían los encargados de
asegurarles a sus compañeros el sustento económico-monetario,
logrando cubrir las necesidades varias en forma comunitaria y
equilibrada.
Como
suele ocurrir a nivel familiar. La administración de la economía
del hogar se deposita en manos de aquel más apto para ese trabajo.
Hasta
tanto las personas aprendan a convivir desde sus habilidades reales,
independientes del famoso intercambio de bienes y valores,
cotizaciones, especulaciones, balanzas y artilugios mediocres varios,
la convivencia como una gran familia en
equilibrio podría perfilarse como una buena opción de convivencia
amena y organizada.
La
heterogeneidad es una posibilidad de complementariedad y crecimiento,
no un problema a solucionar. Sólo debemos encontrar el lugar que nos
toca, la habilidad que nos destaca y satisface, y hacer nuestra
parte.
Salud!.
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