Ataraxia



Alguien dijo alguna vez: “Las circunstancias no importan, el estado de ser importa”. Y hay un estado que podría considerarse el más extraño, saludable y enriquecedor de los estados. Ataraxia: es algo así como un estado de paz y equilibrio, lo que algunos llaman “estar en el centro”.

Como humanos desdeosos de experimentar, conocer y reconocer, nos embarcamos en vivencias y experiencias que no siempre resultan satisfactorias al propio juicio, pero que enriquecen de alguna manera la vida y moldean la realidad del presente, es decir, de la percepción de cada momento.

En el simple vivir, los pensamientos son una constante, al igual que las emociones que suelen llevar el estado de ser de un extremo a otro: de la euforia al desgano, de la rabia al buen ánimo, de la tranquilidad al caos, por mencionar unos pocos.

El estado del centro o ataraxia es justamente la capacidad de no dejarse arrastrar por el movimiento constante hacia los extremos, una capacidad que, como cualquier otra, se desarrolla voluntaria y conscientemente.

Es un estado que requiere de un constante trabajo de equilibrio. Es como caminar sobre una cuerda floja, cuando se siente la fuerza que le lleva a uno hacia un lado, ejercer peso e inclinarse hacia el otro, manteniendo un equilibrio que le lleve a no caer.

Y como menos simboĺico podría mencionarse el hecho de que abandonar la práctica de darle importancia a la forma en que se cree los demás nos ven, es un buen comienzo.

Estar en el centro es justamente eso, emanar desde el interior lo que uno es y siente desde ese lugar. Algo muy diferente a estar respondiendo a las expectativas ajenas o a las provocaciones del ambiente.

Si hay algo claro, es el hecho de que la precursora de cualquier experiencia es la voluntad de querer vivenciarla lo mismo que de reuirla.

Y si bien, muchas veces no es comprensible como alguien es renuente a tener una vida que le brinde bienestar, se sabe que somos seres experimentales, que cosechamos emociones que nos desarrollan, en definitiva, nuestra evolución radica en saber aunar las emociones opuestas, entrelazarlas a todas, sin juzgar descartable a ninguna de ellas, y hacer de nuestra vida un compendio de emociones que entremezcladas conformen algo nuevo e indefinido, que nos brinde ese estado de ataraxia, permitiéndonos la contemplación desde un “lugar” impertubable de paz.


Salud!







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