La empatía podría considerarse como la capacidad que permite, de alguna manera, sentir lo que alguien más está sintiendo, como si de sintonía se tratara. Aunque en apariencia no sería un atributo exclusivo de los seres humanos, también animales y plantas tendrían esta capacidad de percibir el sentir y ser afectados por éste, sea que se trate de su misma especie o no.
Se puede considerar a la empatía como un atributo positivo, siempre y cuando se esté consciente y se sepa como manejarla, ya que puede influenciarnos de alguna manera con sentimientos que no son propios.
Es una herramienta usualmente explotada, más que nada, por aquellos dedicados al trato con personas: psicólogos, terapeutas, médicos, etc.
Pese a que no se trata de un don propio de algunos pocos, hay quienes tienen más desarrollada su capacidad de experimentar sentimientos ajenos como propios.
En general, y pese a haberse identificado científicamente esta capacidad, no se brinda demasiada información, de modo que las personas puedan conocer un poco más de sí mismas, sus posibilidades y sentimientos.
Muchas veces ocurre que una persona comienza a experimentar malestar sin motivo aparente, y sin saber que podría tratarse de una influencia que de manera inconsciente habría capturado de alguien más, mismo para sentimientos de alegría, ansiedad o preocupación.
Aquellos que son demasiado sensibles a sentimientos ajenos, pueden pasarla muy mal si no aprenden a conocer cómo funciona y, de manera consciente, ejercer el dominio haciendo de ésto una herramienta que ayude a mejorar las relaciones humanas, ya que eventualmente permitiría comprender mejor el modo de proceder de algunas personas.
Lo más habitual es que la empatía ocurra de manera inconsciente con resultados deplorables, donde las personas son contagiadas de sentimientos de enojo, ira e insatisfacción, con mucha facilidad con solo transitar por lugares donde es muy común el malestar, como ser, sanatorios, oficinas públicas, bancos, conduciendo, o a través de los más efectivos generadores de sentimientos artificialmente, como lo son los medios de comunicación.
Hay personas que sostienen la creencia de que acompañar en el sentimiento de tristeza entristeciendo tanto o más que quien siente ese pesar, brinda algo, ayuda en algo. Esto es, por supuesto, muy insensato, pero muy arraigado en las costumbres sociales, que consideran esta actitud dentro de los buenos modales o como un acto de humanidad de alguien sensible.
Si hay un atributo preciado a re-descubrir, explorar y explotar esa es la empatía. De momento en que las personas, como máximos responsables del destino del mundo, comiencen a “sintonizarse” con alta fidelidad y consciencia, todas las relaciones se llevarán a cabo en un nivel de mayor comprensión, compasión y entendimiento.
Se podría considerar a la empatía como la maestra interior que nutre de un amplio espectro de emociones y sentimientos en un continuo intercambio gratuito y la que evidencia el hecho de que no existen las separaciones y que pese a estar circunscriptos y limitados físicamente, nos movemos en un mundo donde no existe el espacio vacío y que de alguna manera nos interconecta a todos de forma sutil y cada vez menos imperceptible.
Tomar consciencia del momento en que ocurre la empatía, da la habilidad de no sólo comprender y poder ayudar a aquellos que no la están pasando bien, sino que también salvaguarda el sentir propio no dependiendo éste de influencias externas, sino que se puede ejercer la libertad de desarrollar interna y voluntariamente un sentir auténtico, independientemente del entorno.
La empatía consciente es la que permite el desarrollo de lo que llaman humanidad sin perder la propia esencia en ese acto.
Salud
Muy buen artículo. Ciertamente cada día se ven los efectos de la influencia de los estados de ánimo ajenos en quienes quizás predispuestos o no, los hacen propios y se ven condicionados por ello.
ResponderEliminarTomar conciencia de esto es vital para construír un mundo más lúcido y efectivo.