Cuando
aquellos inmaduros incapaces de darse cuenta de que lo son y son
casualmente los que ejercen jerarquías de poder en gobiernos o en
instituciones oficiales y no tan oficiales, el mundo parece volverse
conflictivo.
Pero
esto se debe a que son líderes de la vieja escuela, corrompidos en
sus fueros más íntimos. Ni siquiera necesita de haber un complot u
organización detrás de estos personajes que aún promueven
ignorantemente la guerra cómo método de “paz” o “libertad”.
Lo
cierto es que esta idea tan precaria no es solamente en las altas
esferas, sino que en la vida cotidiana se vive una guerra constante
de unos que quieren controlar y reglar a otros, siendo ésta la
manera más contraproducente y contraria del bienestar, pero con gran
popularidad.