Culpa al ataque.


Hay una frase que reza: “En mi indefensión radica mi seguridad”.

Cuando se experimenta culpa es muy probable que la primera reacción sea la defensa, y hay quienes dicen que no hay mejor defensa que el ataque. Por lo que es muy frecuente de ver, que cuando una persona experimenta la culpa su forma de expresarse a la defensiva es atacando y/o justificando sus actitudes culpando a otros.

La culpa es un sentimiento nocivo y muy difícil de erradicar. Podría considerarse como un sentimiento fantasma, un espectro que sólo puede existir en la obscuridad, lejos de la consciencia.

Si la persona que experimenta culpa se diera cuenta de su ignorancia, siendo que desconoce las causas reales, sus consecuencias y desarrollo, tomaría consciencia de lo insensato que es el juicio y la condena de las actitudes.

Infatuación como referencia de amor.


Como seres humanos tenemos un gran potencial siendo que somos portadores de un compendio importante de emociones y sentimientos que nos pueden volver tan grandes como locos.

La infatuación es uno de aquellos fenómenos que movilizan el sentir de una persona de maneras poderosas, sentimientos y emociones hermosos surgen de su interior causados o movilizados por otra persona de la cual se vuelve cautiva.

La infatuación ocurre en ese momento en el que encontramos a aquella persona única que despierta en nosotros los sentimientos más hermosos. Y este hecho, de manera imperceptible, nos vuelve adictos a esa persona capaz de hacernos sentir felices y plenos como nadie más podría hacerlo.

En el afán por retener ese sentir y por el miedo a que desaparezca, se tiende a querer poseer y controlar a esa persona, a demandarle que siga causando eso dentro de uno y no toma consciencia, que aquello que nació naturalmente, no sólo desaparece, cuando intenta ser forzado, sino que se vuelve perjudicial y cuasi-destructivo.

¿Irrealidad o realidad diferente?.



A veces me pregunto qué sentirían Jorge Luis Borges, Julio Verne, Richard Bach, entre otros, cuando imaginaban y vivenciaban sus relatos.
Sus mentes iban siendo cargadas de imágenes fantásticas, personajes maravillosos, emociones emergidas de la empatía con esos personajes.

Evidentemente hay un mundo potencial y expansivo de la consciencia en la imaginación, un mundo algo menospreciado y poco estimulado.

Muchos, por no decir todos, debemos haber sido foco de llamamientos a la “realidad” cuando el rostro comenzaba a dar muestra de felicidad y disfrute en esos vuelos en mundos y situaciones fantásticas.

El mundo que vive en nuestra imaginación debe ser atendido y explotado, por el simple hecho de que es parte nuestra, nos completa y vuelve multidimensionales. Somos capaces de vivir en muchos mundos y de generar gran deleite y satisfacción en esos momentos.

Demuestro, luego existo.


¿No es, quizás, aquello que se puede mostrar lo más valioso que tenemos?.
Este es un mundo donde todo debe ser evidenciado, mostrado y/o probado, porque de no ser así no existe, no vale, es irrelevante porque pasa de inadvertido.

¿No está siendo la humanidad condenada por la sobre valoración y hasta adicción que ha desarrollado por lo apreciable con los sentidos más físicos?.

Desde el momento en que comenzamos a desarrollarnos como humanos, comprendemos que estamos inmersos en un mundo físico el cual podemos percibir parcialmente desde diferentes sentidos y maneras, generando un alto vínculo con este mundo que si bien condiciona, también  enseña y pone a prueba nuestras capacidades.

Pero más allá de lo científico que resulta el hecho, puede que, cómo seres inteligentes, logremos descubrir dentro de las posibilidades que brinda la consciencia, un mundo al cual podamos  enseñar y devolver todo aquello que nos brindó desde un inicio pero potenciado con nuestra inteligencia y por qué no, gratitud y afecto.

Falso poder.

Cuan común es encontrar impreso el deseo de héroe en no poca gente, esa ansiada dote que frustra día tras día al descubrir que nunca será realidad.

Parece haber una persistente fantasía infantil de desarrollar súper poderes, ¿y para qué?, ¿para salvar el mundo?, ¿para hacer el bien?, ¿para defender a los débiles?, no lo creo.

Esta fantasía generada sobre el poder tiene más que ver con el fortalecimiento del ego en una súper personalidad que con el altruismo de brindarse por el bien de todos.

Aunque parezcan iguales son MUY diferentes.


Cuando las ideas preconcebidas toman más fuerza que el verdadero sentido, el resultado inminente es el desequilibrio y el caos.


Si se observa con atención la forma en que se conducen las personas en sociedad, es notorio observar grandes confusiones en la concepción que tienen de las cosas.

No son pocos los que confunden “autoridad” con maltrato, agresividad, abuso o autoritarismo. Ésto es muy frecuente, sobretodo, en la relación de mayores con niños. Los mayores con su acelerada vida, no se detienen a averiguar como se siente experimentar la paciencia y la contemplación y en su lugar pretenden “acomodar” a los niños a las reglas y modos de comportamiento “educando” con lo que muchos consideran autoridad, es decir, gritos, sacudones y/o cachetazos, al niño que no responde al mandato.

Comprender que la autoridad se porta como cualquier atributo, el cual se adquiere o desarrolla a partir del respeto por uno mismo y a los demás como a uno mismo. Alguien que porta este atributo difícilmente deba recurrir a los altos decibeles en la voz.

Mal de muchos, publicidad de por medio.


Resulta inevitable no contagiarse de malestar cuando se sabe que tantas personas están mal. O al menos, así es cuando se desconoce el hecho de que empatizando con el malestar no se ayuda a nadie.

Pero este fenómeno es ampliamente conocido, sobretodo por aquellos que viven del miedo, inquietud e inseguridad de las personas vulnerables al manejo psicológico .

En este momento, en el mundo, hay de seguro una inmensa cantidad de personas que tienen cientos de razones para estar bien, tienen, si así lo deciden, muchos motivos para sentirse agradecidos, sin embargo, hay algo que lo impide y esto es la publicidad.

Es increíble como una razón de malestar publicitada tiene el poder de borrar las cientos de razones para estar bien.

Un sentido para todo.


Cuan necesario es el objetivo que impulsa el hacer... tanto que se volvió una adicción.

La razón de todo lo que se hace, el encontrarle un motivo, explicación o utilidad está volviendo triste a las personas.
Hay tantas cosas que no tienen ningún sentido pero que hacen tan feliz hacerlas.
¿Para qué hacer algo si no va a tener un rédito económico?, ¿cuál es el sentido de hacer algo que no tiene un sentido?, ¿para qué estoy haciendo esto?.

Quizás sea oportuno tomar consciencia del deleite que es hacer algo porque sí, porque surgió, nada más.

Por qué no comenzar a tomar unos segundos antes de responder a la pregunta, ¿y para qué?  y simplemente reconocer no saber.

Viviendo falsamente.


¿Cuánto tiempo de la vida se vive de suposiciones?.
Las suposiciones son una constante en la vida de las personas que ya prácticamente no conocen o conocen poco de lo real.

Pasan tanto tiempo creando mundos en sus mentes a partir de pre-conceptos e ideas pre-concebidas, que luego todo lo adaptan a su propio mundo de fantasía.

Todo lo que escuchan y ven en su entorno es filtrado no dejando pasar nada que no se adapte a sus propias suposiciones e ideas.

Así es como viven en un mundo totalmente falso.
No le dan chance a lo nuevo, original o verdadero, sino que prefieren suponer sin dejar lugar a dudas.

Erudición, atributo condenatorio.

Estás mirando una flor. Mira la flor, siente su belleza, pero no emplees la palabra belleza, ni incluso mentalmente. Contémplala, déjala que sea absorbida en ti, sumérgete profundamente en ella, pero no emplees palabras. Siente su belleza, pero no digas "Es hermosa"; ni incluso mentalmente. No verbalices y gradualmente serás capaz de sentir la belleza de la flor sin emplear la palabra. 
Realmente no es difícil; es natural.
Primero sientes y luego surge la palabra, pero estamos tan habituados a las palabras que no hay una separación. El sentimiento aparece, pero no lo has ni sentido cuando de repente surge una palabra.
Crea pues una separación; siente simplemente la belleza de la flor, pero no emplees palabras. Osho.

Hay cierta tendencia social a sobre valuar lo que es el conocimiento intelectual y su derivada, la erudición.

Al ser tan sobre estimada la condición intelectual humana, esa capacidad de pensar y razonar, todo se desequilibra, por no ser ésta la única condición que compone al ser humano, aunque sí la que lo destaca de los demás animales.

El haber enfocado todas las estrategias y estímulos para desarrollar la habilidad intelectual, desatendiendo lo demás, causó sus daños.

Así como existe la creencia de que mucho dinero hace felices a las personas, también están aquellos que creen que atiborrándose de información lo serán.

Educación encubierta.

Secuencia de imágenes tomadas de Cartoon Network
En el último tiempo están resonando en la atmósfera las inquietudes por una nueva educación, nuevos contenidos, nuevas modalidades, para lograr un cambio en la comunidad y el mundo.

Estas corrientes vienen acompañadas de una lista de obstáculos por los cuales tienen que pasar para lograr una nueva forma de educar a la población.

El panorama que se presenta no es muy alentador al momento de pensar en cuándo se reflejará un cambio en la sociedad mejor educada.

Preguntas: ¿en manos de quién o quiénes está la educación?, ¿de dónde toman las personas la mayor parte de sus ideas y creencias?, ¿de la escuela?.
La respuesta evidente a estas preguntas es, las personas no están siendo educadas por las instituciones dedicadas a la educación, sino por los sistemas masivos de comunicación.

La muerte.


Una palabra rotunda como pocas. Resuena en la mente haciéndola reaccionar. No por nada es tan usada para manipular. Gobiernos, “medicina”, “Religiones”, psíquicos, etc. viven del miedo a esta palabra.

¿Cuál es el temor que circunda a la palabra muerte?. Puede tener muchas connotaciones, dado que significa el fin de algo, que puede ser una etapa, cosa o relación, sin embargo, lo primero que viene a la mente cada vez que se menciona esta palabra es la muerte biológica y con ella un miedo escalofriante, para no pocos.

La humanidad aprendió a huir de la muerte como si se tratase de la peor opción que nos trae la vida.
Paradójicamente, en algunas culturas, más que nada occidentales, parece estar prohibido morir y a la vez, morir santifica y libera. Una contradicción como tantas que gobiernan sociedades en estado de demencia crónica.
Culturalmente se tiene a la muerte tan santificada y enaltecida que pese a ser la mala de la película le lleva mucha ventaja a la vida en lo que refiere a valor y respeto. Se respetan y valoran más a los muertos que a los vivos. Los muertos no cometen errores, no roban, no traicionan, no critican y, definitivamente, se vuelven casi perfectos con el transcurrir del tiempo, así, en retrospectiva, se tiende a venerarlos o idolatrarlos (ver bibliografía de historia obligatoria enseñada en escuelas). 

Destino.


Tan arraigada está la idea de la pre-destinación en algunas personas que llegan a pensar que todo lo que les pasa en la vida corresponde al cumplimiento de ese plan que para ellos está diseñado.

Una mujer me dijo algo como, “cuando uno tiene marcado el destino no puede hacer nada al respecto. Y como yo no creo en Dios”. Agregó.

Entonces, si no cree en Dios, ¿quién o qué marca su destino?. Pregunté.

Se encogió de hombros.

Si no cree en un Dios, no tiene sentido que crea en el destino o en la predestinación. Porque no hay forma de que esté ahí. Lo que debe saber es que el destino no es casual, sino causal.

No son pocas las personas que desligan toda responsabilidad de sus vidas atribuyendo la red de eventos que las constituyen a un destino diseñado o a un Dios prepotente y poco democrático.

Claro está que aquello que llaman destino no es otra cosa que un puñado de posibilidades, las cuales dependen de las elecciones que se hacen en el presente, lo que sugiere que las personas tenemos el poder de forjar nuestro propio destino.

Desmitificando el celibato.


La naturaleza sexual de la raza humana derivada de la animal, cuyo instinto de supervivencia le lleva a la reproducción y en ésta la búsqueda de la evolución, parece contraponerse al celibato, una práctica sexual algo desvirtuada y malinterpretada.

Parece a propósito la interpretación del génesis que hacen algunos, así como la de muchos escritos considerados sagrados y base de diferentes dogmas “religiosos”, donde se considera a la sexualidad o al acto sexual impuro, pecaminoso y contrario a lo sagrado.

Ésta, claro está, no es una interpretación ni sana ni correcta. Dado que de existir un Dios que crease criaturas sexuadas que pone como regla de oro el no copular, aunque con “libertad” de elegir (albedrío), de seguro sería un Dios morboso y algo enfermo.

Ahora bien, la práctica del celibato es una práctica sexual pero algo diferente a las conocidas, más ésta no tiene que ver con el placer y/o la reproducción sino con la trascendencia.

Ésta práctica no se conoce entre animales, por una cuestión natural, ellos no son tan evolucionados y no cuentan con una consciencia como la de los seres humanos. Es esta consciencia la que mueve a algunos a querer trascender lo animal de modo de experimentar esa posibilidad.

No es posible embarcarse en el desafío de volverse célibe desde una visión moral, creyendo que ésto le hará más santo o elevado que otros a quienes ni siquiera les interesa hacer algo así, lo cual es totalmente válido.

Pensar en la retribución, parte de la domesticación.


¿Habrá algo más evidente que lo denigrante de la domesticación?, sobretodo cuando se trata de humanos pensantes e inteligentes.

Es admirable como algunos animales aprenden a través del método de premios a la prueba realizada. Éstos suelen sorprendernos con su capacidad de aprender de nosotros, los humanos, algunos trucos para entretenernos, acompañarnos y servirnos a nosotros, los humanos.

Así y todo, muchas veces es un método algo apelable, dado que puede resultar abusivo por parte de algunos que sólo tienen como intención el objetivo único de manipular.

Ahora bien, este método de domesticación no se circunscribe solamente a animales no humanos, algo que resulta preocupante, ya que, si bien la domesticación de un animal puede llevar como objetivo transferirle algún conocimiento humano que le beneficie, ¿cuál sería la razón para domesticar a un humano?.

Cuando el sufrimiento se disfraza de enojo.


Como humanos solemos tener y causar demasiados problemas por el simple hecho de que no logramos comprendernos a nosotros mismos.

Las emociones causan una gran magnitud de efectos en nuestro sentir movilizándonos casi como marionetas incapaces de retomar el control.

A pesar de considerar a la humanidad de esta época basta de conocimiento de áreas como la psicología, neurología, endocrinología, biología, antropología, etc. seguimos siendo presos de estas maravillosas reacciones químico-eléctricas que ocurren en nuestro interior.

Hay un sentimiento específico que crea distorsión y caos, tanto en el interior como en el entorno de una persona, y éste es el sufrimiento, sea cual sea su causa, muchas veces domina tanto la voluntad y el sentir de la persona que ésta, como una especie de defensa, lo muta, o mejor, disfraza de enojo.

Lo más dramático de ésto ocurre en las personas foco de ese enojo, que no logran comprender el por qué de esta reacción.

Sol y desnudez, liberan, sanan y fortalecen.


Si hay víctimas del prejuicio, la desinformación y la moral retorcida, éstos son el sol y la desnudez y con ellos, gran parte de la humanidad que fue privada de disfrutar de ambos.
El sol, fuente de vida, dador de energía, calor y vitaminas, fue demonizado a tal punto que las personas huyen de él “protegiéndose” con cremas que no sólo han demostrado no proteger en lo absoluto sino que en su mayoría causan más daño que las exposiciones al sol demasiado prolongadas en horas pico.

Privar al cuerpo de este maravilloso astro puede causarle inconvenientes en los huesos, piel, ojos y algunos órganos.

Cuando se pretende educar a las personas para que eviten riesgos debe hacerse desde una posición equilibrada de modo de transmitir conocimiento con prudencia y no infundir miedo el cual no puede generar nada bueno.

Haber vinculado al sol al cáncer de piel sin brindar información certera fue una insensatez, que lo único que hizo fue crear temor, cuando en realidad las verdaderas causantes de cáncer son la imprudencia, la ignorancia y la negligencia humanas. El sol está ahí, de qué manera nos “relacionemos” con él es nuestra responsabilidad.