Ambos están estrechamente vinculados a la sugestión, y dejan evidenciado el hecho de que las personas tienen en sí mismas el poder de, tanto, enfermarse como curarse a sí mismas de solo estar convencidas de su curación o enfermedad.
Tal es el punto de que una simple palabra puede causar la muerte y/o la recuperación de una enfermedad fatal.
Pese a ser, la sugestión, un fenómeno extraordinario, no se estudia ni explota demasiado.