Sexualidad, sociedad y salud.



Es poco frecuente que se encare el tema de la sexualidad de manera sensata y clara, de modo de brindar información a las personas que casualmente son sexuadas y que no suelen tener demasiado en cuenta este hecho y su influencia en la vida diaria.

No es la sexualidad una característica de unos pocos sexualmente activos, ni se circunscribe al acto sexual propiamente dicho sino que es tanto más abarcativa incluso de los niños.

Todas las personas que caminamos este bendito planeta venimos del sexo, si no fuera por este no tendríamos vida, no habría vida. Es tan vital e importante como natural.

Lamentablemente ha sido muy maltratado de diferentes maneras, por un lado, la moral religiosa lo ha llevado al punto más bajo y decadente que ensucia y condena almas, y por otro, lo han superlativizado y llevado al punto de volverlo casi obligatorio. Que marca  con una supuesta condición raramente calificable que engloba la "viveza", "inteligencia", "superioridad", etc. Es sabido que cualquier animal o insecto (ratas, cucarachas, hormigas, cerdos, monos, etc).   no requieren de tantas dotes o cualidades para aparearse. Aunque algunos son de destacar Cortejo sexual del colibrí espatula.

El trabajo psicológico hecho fue tan atroz que se torna un tanto dificultoso recuperar algo de lo normal. 



Sociedades enfermas de hipocresía  bombardean con imágenes estimulantes, sugerentes y explícitas que recurren a toda una artillería que los multimedios le permiten para alterar literalmente la sexualidad de los consumidores de este tipo de emisiones.

Luego, en la vida fuera de la caja boba, las cosas son diferentes. Las personas salen a la calle llenos de estímulos y deseos que deben ser contenidos o reprimidos, porque una sociedad civilizada no permite a plena luz del día y a la vista de todos, tener exabruptos sexuales.

Y sin darle demasiada trascendencia a este fenómeno, que puede considerarse patético e insólito, presentaremos una visión de la naturaleza sexual de las personas y su implicancia en la salud, con la idea de movilizar una inquietud de autoconocimiento y de desvanecer falsos estereotipos humanos.

Lo que debemos considerar es que puede resultar algo complejo el tema como para ahondar demasiado en los diferentes aspectos que abarca.

Primeramente, es preciso comenzar a prestar atención a los ciclos biológicos, que como en cualquier animal, ocurren. Si bien, este ciclo parece más notorio en las mujeres, están presentes en todos, y si no se identifican y se toman recaudos, a veces pueden resultar traumáticos.

Da la impresión de que las cosas se invirtieron, en el sentido de que las personas responden a sus deseos y sensaciones en lugar de éstas a las personas.

Si bien el torrente de hormonas en sangre tiene sus efectos creando ciclos anímicos variables, uno tiene la posibilidad de observarlos conscientemente y recordar que se trata de un periodo en particular, y saber que esa tristeza inexplicable o esa euforia, son pasajeras y colocar así a la mente un poco más allá, por sobre cualquier emoción. No con el fin de controlar, sino con la intención de recuperar la autonomía y la voluntad.

Si la persona responde inconscientemente a sus emociones, se esclaviza. La libertad sexual tan promocionada últimamente no es real, es parte del hecho de que las personas hoy día, en muchas sociedades no ejercen el dominio sobre sus emociones y proceden casi como un animal en celos.

Y ese proceder es claramente poco saludable, en el simple hecho de que deja de ser un placer para convertirse en una adicción.

Hay una relación directa, en el caso de las mujeres y su ciclo menstrual, con la salud. Y es que en este ciclo suelen bajarse las defensas lo cual trae aparejado dolencias y malestar, para ellas y para quienes le rodean.

Hay algo irónico en esto, y es que nadie menciona a las mujeres este hecho ni que los típicos dolores que padecen muchas mujeres NO son naturales.

El cuerpo femenino requiere de mucha agua previa al ciclo, por lo que si no se le provee de ésta, el resultado es, dolores y defensas bajas.

La solución es simple, hay que hidratar al cuerpo lo suficiente en la etapa previa, o sea, todos los días se debe prestar atención a la cantidad de agua pura que se está tomando.
También es importante ejercitar el cuerpo, con ejercicios suaves acompañados de respiración profunda. Buscar sentarse con las piernas cruzadas (tipo chinito), elongar la columna vertebral y hacerse masajes en las piernas y brazos.

Los niños suelen experimentar su sexualidad de manera bastante diferente a los mayores, lo mejor que se puede hacer por ellos es dejarlos. Ellos no son pervertidos ni morales, son naturales y viven su deseos como un juego. Si se tocan sus genitales, dejarlos, si abrazan, si besan, dejarlos. Si no quieren besar, dejarlos.
Permitirles andar desnudos y ya no seguir implantando ideas insensatas sobre el cuerpo. De hecho la desnudez tiene variados beneficios para la salud, empezando por la mental cuando se experimenta la sensación de libertad, sobretodo de prejuicios.

La vida sexual de las personas se refleja en la sociedad por más que se trate de algo de la privacidad. No es difícil darse cuenta qué personas no tienen una vida sexual satisfactoria, por su malhumor más que nada. 

La sexualidad se puede vincular al desgano y a su opuesto, la hiperactividad, sea cual sea el caso significa que hay desequilibrio  por lo que es conveniente moderar los extremos.

La persona desganada tendrá que tener la fuerza mental y desarrollar la voluntad, generando ideas y cosas que le entusiasmen y saquen de ese estado. Salir a caminar o bailar pueden ayudar.

Para la hiperactiva, usar productivamente la energía, direccionarla en tareas gratificantes, en pensamientos creativos, en generar ideas y también es buen ejercicio, bailar y salir a correr o caminar.


La sexualidad es inherente como la inteligencia, primero hay que conocerla para saber desarrollarla y ponerla a nuestro servicio.

La sexualidad no hace felices a las personas, el saber equilibrarla hará más llevadera la vida, que de seguro, brindará más posibilidades de experimentar la felicidad desde un estado de lucidez y receptividad, libre de adicciones, hiperemotividad, apatía o desánimo.

Salud.


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