Una frase popular dice algo como, “cuanto más conozco a las personas, más quiero a mi perro”. Una triste pero muy popular frase, tanto en la teoría como en la práctica.
Lo cierto es que difícilmente alguien conozca realmente a alguien, en su lugar se ha logrado la conformidad de hacer un minucioso y sesgado análisis psicológico de aquel a quien se “pretende” conocer.
La psicología automática de reconocimiento es uno de los métodos más errados nacidos de la mente como herramienta de conocimiento, por simples razones, no tiene base certera ni causa certeza, por ende, asegura el miedo constante en el vivir.
La mejor manera que se tiene de elegir no estar en paz ni amando es, psicoanalizar todo y a todos, incluyendo a la propia personalidad.
Este mecanismo de psicología no es ni siquiera voluntario, y es natural, cualquiera que descubriese los resultados desastrosos que ésta causa, nunca elegiría practicarla voluntariamente.
Es un mecanismo mental automático a disposición del miedo. El miedo está en constante vigilancia, al resguardo de la personalidad o el ego el cual se siente primero, dividido y luego, atacado. Así es como el miedo es el vigía de la personalidad no así del bienestar.
Aunque no tiene por qué ser difícil de entender, puede que para quien se crea ser su propia personalidad, diferente y dividido de los demás, no le resulte tan simple comprender que el abandono de la personalidad signifique su bienestar.
Pero esto es un hecho.
La mente en su estado de miedo habitual tomo la delantera y en tiempos incalculablemente rápidos, psicoanaliza, diagnostica y juzga, todo en su afán de asegurarse un pseudo-conocimiento que sólo le causará su mal.
Una vez que se acepta este hecho, se puede comprender como el miedo es el que se opone al amor y como la psicología automática es la excusa perfecta para no amar a nadie, ni siquiera a uno mismo.
De momento en que se tome por senda de vida el amar, o lo que es lo mismo, la verdad de lo que uno es, se podrá, de manera voluntaria, incorporar un nuevo vigía a la mente, pero éste en favor de la verdad, la paz mental y el amor.
Este vigía se encargará de detectar esos impulsos automáticos y simplemente descartarlos.
En términos más claros, uno mismo será capaz de estar atento y alerta, vigilando sus pensamientos, cómo ocurren los análisis y juicios y con una confianza única asumir la voluntad de entregarlos a la nada con frases cómo.
“No soy un psicólogo, elijo amar”.
“Te entrego estos pensamientos de miedo para que los disuelvas”.
Estando alerta se puede dejar de ser un psicólogo o juez y comenzar a experimentar la paz y en ésta el amor se abre paso libremente.
Salud.
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