Un ejército de liberación ideal.


Un título bélico apropiado para una época en que la estupidez de unos pocos afecta demasiado a muchos.

Cuando aquellos inmaduros incapaces de darse cuenta de que lo son y son casualmente los que ejercen jerarquías de poder en gobiernos o en instituciones oficiales y no tan oficiales, el mundo parece volverse conflictivo.

Pero esto se debe a que son líderes de la vieja escuela, corrompidos en sus fueros más íntimos. Ni siquiera necesita de haber un complot u organización detrás de estos personajes que aún promueven ignorantemente la guerra cómo método de “paz” o “libertad”.

Lo cierto es que esta idea tan precaria no es solamente en las altas esferas, sino que en la vida cotidiana se vive una guerra constante de unos que quieren controlar y reglar a otros, siendo ésta la manera más contraproducente y contraria del bienestar, pero con gran popularidad.

La sobrevaloración más insólita.



Alguien le hizo este planteo a Jacque Fresco:

¿Por qué usted, siendo tan inteligente, no es millonario?.”

Y él respondió:
¿Por qué usted, siendo millonario, no es inteligente?”.

Es conocido que las personas somos heterogéneas de cierta manera, tenemos habilidades y gustos diferentes. Podemos compartir unos y otros alguna característica o no, pero esa variedad no necesariamente significa que unos sean superiores o más valiosos que otros.

Pero es notorio que hay una habilidad particular que tienen algunos y que está algo sobrevaluada, al punto de creer que esa habilidad es un don y una virtud, algo que destaca a la persona grandemente, poniéndola por sobre los demás, como una especie de gurú del éxito.

Esa habilidad particular es la de hacer dinero, es decir, la de generar riqueza monetaria y con ésta ubicarse a sí mismo en una posición de comandante de aquellos que están a su servicio por el dinero que éste les otorga.

Lo más extraño de todo esto es que muchos creen que para tener esta habilidad hay que ser inteligente o en su defecto astuto y no necesariamente es así.

Ciencia y religión. Una integración indispensable.



Con la consciencia de lo que los términos absolutos pueden significar se expresa:

La religión es siempre interior y nunca puede tomar forma de organización. No responde al juicio moral  sino a la inteligencia inherente a todos nosotros.

En este sentido, se puede aseverar que la religión no sólo es perfectamente integrable a las disciplinas de conocimiento sino que es absolutamente necesaria.

La religión es personal, es el deseo más profundo y sincero de reunión armónica universal. Y sólo en estos términos la acepción de la palabra puede ser aceptada. Religar, reunir.

La religión organizada no es religión, es dogma, secta, política o alguna otra cosa relativa a un adoctrinamiento moral básico que nada tiene que ver con la inteligencia.

Salir de la zona de "confort”.




Entendiendo como confort el bienestar brindado, básicamente, por una condición material, se presenta el siguiente escrito:

La frase que titula este artículo suele usarse como consejo para quienes, por estar beneficiados por la situación de confort, no toman riesgos, no ayudan a otros o no se aventuran en experiencias nuevas.

Un consejo que se torna un poco ambiguo cuando se analiza fríamente.

Si la zona de confort fuera tal, digamos, fuera un real bienestar, sinceramente no le encuentro la razón de salir de ésta. ¿Quién le aconsejaría a alguien que se alejase de su bienestar verdadero una vez conseguido?, ¿qué bien le haría a ese alguien o a alguien más?.

Aquí es donde llegamos a la conclusión de que el confort no necesariamente significa bienestar, al menos no eterno o permanente. Puede, a lo sumo, significar una tranquilidad pasajera de no tener que preocuparse por cuestiones materiales, pero, al parecer, las personas somos algo más complejas que eso.

Ceguera Inducida por la Teoría



Esta expresión no refiere a una ceguera física sino a una cognitiva. Hace alusión a aquellas ideas y creencias teóricas que al darlas por ciertas, cuando no lo son, impiden conocer lo verdadero o real.

El escritor británico Robert Bolt habría aludido a este fenómeno con la siguiente frase:
Una creencia no es simplemente una idea que la mente posee, es una idea que posee a la mente.”

No por nada han proliferado tanto las distintas ideologías de índole diferente pero que comparten una misma raíz: Eludir el discernimiento inteligente.

La ideología suele ser un compendio de ideas o pensamientos estandarizados que siguen estructuras lógicas. Lo que podría llamarse como pensamiento muerto que los vivos buscan adoptar para evitar el trabajo de desarrollar el propio.

Se sabe que las ideologías son el principal motivo de división, enfrentamiento, violencia y guerra. Pese a que son muchos los ideológicos que dicen respetar las ideologías ajenas. Y es ésta la principal causa de la ceguera cognitiva.

Aquel que adopta una ideología como guía de vida y no es capaz de dejarla de lado en momentos en que ésta no aplica y camina su propio camino, se desequilibra.

La política es una pandemia.



La política es considerada una ciencia que, a grandes rasgos, busca el bien común en sociedad.

Se la asocia, más que nada, con los estados, sus decisiones de gobierno y la libertad, pero en realidad es mucho más que eso. Actualmente muchas sociedades están impregnadas de política. Las relaciones humanas se volvieron políticas. Y en apariencia, es por el bien de todos.

Es prácticamente imposible vivir en sociedad sin convertirse en político. Es el atributo en común de todo aquel que nació en una sociedad fundada sobre los pilares de la moral y las “buenas costumbres” y sobretodo, una sociedad cuya piedra angular la conforman la ignorancia y el miedo.

Es la nueva religión con la que nadie se quiere meter, porque eso significa atentar contra la "libertad" y la institucionalidad. Pueden tildarle a uno de bárbaro, déspota, anarquista, y tantas otras cosas, de opinar en contra de una pseudociencia tan floreciente mundialmente.

El amor no vulnera, invencibiliza.



Se ha hecho del amor un drama, ¿y para qué?.

Es algo reticente la idea tan errada como popular de que las personas sufren por amor. Eso no puede ser posible, de hecho, es imposible. 

Corazones rotos que se cierran para no volver a ¿amar?. Suicidas que mueren por ¿amor?.

El amor dista mucho del sufrir. ¿Cómo puede alguien que ama, sufrir?.

Algunos muchos dogmas disfrazan a sus santos mártires de amor como una muestra a la humanidad de lo que le espera al que ama. Se puede ver el fin de Jesús, aún sigue exhibido con orgullo en muchos templos clavado y sangrando en una cruz. Murió, no sin antes padecer, por el amor a la humanidad. Un amor ciertamente tentador para cualquiera. Para cualquiera con algún desorden mental.

Mientras se siga creyendo en la idea de que el amor trae sufrimiento a la vida de la persona, pero que vale la pena porque le hace humano y bla, bla., el mundo será una pesadilla para quien quiera convivir con esa idea.

Hablar de amor incondicional es una redundancia, porque el amor en sí mismo no es condicional nunca y si lo es, naturalmente, no es amor.

Y es justamente ese pseudoamor el que hace sufrir. Pero es simplemente porque no se está amando.

Trocar moral por entendimiento.

La guía básica de toda sociedad sigue siendo, en estos días, mayoritariamente el juicio moral.

Y no es casualidad, siendo que, desde una edad muy temprana se adoctrina a la persona con regaños, tonos altos en la voz, ceño fruncido, ademanes con las manos, gritos y hasta golpes. Que indican que se está haciendo algo, no digamos mal, sino algo discordante con la idea de bien del o de los adultos encargados de la “educación”.

Con este tipo de instrucción-alienación, difícilmente se llegue a entender de qué se trata el buen vivir y la felicidad, porque la mente moral tiende a juzgarlo todo y de esa manera siente que controla, debido a que le aterra lo que está más allá de la lógica preestablecida.

Y la moral es muy tramposa por su carácter de subjetiva. El recurso de la moral sólo es válido en la falta de entendimiento y en la dejadez que evita usar el discernimiento en el momento presente en que la vida y sus circunstancias ocurren.

Mi bondad te condena.


El adoctrinamiento moral de las personas con fines sociales ha conseguido imponerse con gran éxito.

No hubo persona que haya escapado a los clásicos lineamientos del deber ser buenos. Porque el "ser buenos" es bueno naturalmente.

¿Por qué "ser bueno" es bueno?.
No sabría responder cuál es el beneficio de "ser bueno" en un sentido moral, pero si podría decir que hay una cierta tendencia a pensar que es una ventaja a nivel social.

El ser bueno moral o social significa que no se está procediendo de manera espontánea o natural, según el sentir, sino que interviene el razonamiento lógico que evalúa por bien o por mal según diferentes variables configuradas en la mente por: educación,  alienación, adoctrinamiento, cultura, etc.

En este proceso la mente suele hacer una estadística propia de cuántas veces se fue bueno en comparación con otros y luego de obtener los resultados, los que suelen ser algo tendenciosos, se resuelve hacer uso de ese cúmulo de bondades en contra de aquellos a los que se considera no tan bondadosos.


Desbaratar a la víctima (interior).









Haber aceptado la idea de que somos débiles y vulnerables le dio forma a una impronta muy arraigada en la mente que se manifiesta y posee influenciando el sentir de forma nociva.

Esa aparente adicción a sentirnos víctimas de las circunstancias y/o personas, nos vuelve la vida pesada y poco llevadera.

En un estado alterado de la mente, donde ésta no puede “ver” con claridad, es cuando emergen sentimientos nocivos que se confunden con placenteros. Como es el caso del victimismo o el morbo. 

Una persona que dice padecer las noticias al darse cuenta de los horrores que ocurren y a la vez reconoce que se siente atraída por este tipo de “espectáculos”, evidentemente tiene un problema y es que su mente asoció el placer a esta práctica.

Lo mismo ocurre con las personas que se ponen a sí mismas en posición de víctima. Lo que están haciendo con ésto es satisfaciendo su necesidad de experimentar el “placer” que le da sentir a otro culpable.

Aborto. ¿La vida puede ser interrumpida?.




Hay un dilema conceptual al momento de hablar de vida. Circunscribir la vida al cuerpo humano está creando problemas. Problemas que se están abriendo paso siempre por los mismos caminos y hasta tanto no se pongan en perspectiva y sinceramente se decida dejar de crearlos no se terminarán.

El aborto es uno de esos problemas creados innecesariamente por quienes presos de sus pasiones por juzgar y condenar a otros se inventan motivos que incluso atentan contra su propia ideología.

Si alguien nos pidiera que definiéramos la vida estaríamos en problemas. La vida es algo que existe y se manifiesta en el universo de diferentes maneras. De todas formas intentaremos hacer una analogía de modo de tratar de representar el fenómeno de la vida manifestándose en un cuerpo humano.